miércoles, 30 de abril de 2008

Con mi vecina Blanca.

...Mi vecina Blanca vive en el principal, tiene una hija, llamada Penélope que tiene un año más que yo, con la que me llevo muy bien y lo cierto es que con ella también. Blanca es sorda desde que enfermó de joven, siendo por aquel entonces profesora de piano. Con ella y con su hija, me han pasado cosas curiosas y aquí relato algunas:
..- A Blanca le gusta ir a la piscina y cuando su hija se fue a estudiar a Huesca, como estaba sola en casa (puesto que estaba divorciada), solía invitarme a la piscina para hacerle compañía y de paso, me enseñaba a jugar a las cartas, sobre todo al rabino continental, que era su juego favorito.
...Más adelante, puesto que se lo pasaba bien conmigo y nos entendíamos sin problemas (ella siempre me ha dicho que como yo vocalizo bien, me lee perfectamente los labios y por ello, muchas veces, cuando tenía que llamar a alguien o dejar algún recado o se lo tenían que dar a ella, venía a nuestra casa para que fuéramos a la suya para que ella pudiera hacer alguna llamada de teléfono) acabó por invitarnos en verano a mi hermano mayor y a mí a jugar por las noches en su casa a las cartas cuando su hija venía a pasar una temporada.
...Su hija, que era bastante más revoltosa que nosotros, acabó por convencernos de hacer trampas jugando (no nos jugábamos dinero ni nada y decía que ella con su madre siempre hacía trampas y era como un juego entre ellas para ver si su madre se daba cuenta). Las trampas, básicamente consistían en pasarnos cartas por debajo de la mesa, pero claro, había que pedirlas sin apenas mover los labios y más de una vez, nos agarró alguna carta por debajo de la mesa :P
..- Otro día, me dijo que le acompañara para poner el parasol en el coche de su hija, ya que me encontró por la calle y así lo hice. Lo malo es que el coche tenía alarma y en cuanto lo abrió con las llaves de su hija, empezó a sonar una sirena y una voz metálica sonaba diciendo: "Alarma, alarma, intentan robar el coche, alarma". Yo le dije a Blanca que tenía alarma y ella, pensó que se lo estaba preguntando, a lo que dijo que sí, que el coche tenía alarma y para cuando le hice entender que no era una pregunta sino que estaba sonando la alarma, ya habían salido a la ventana de un par de clases del segundo piso del colegio varios alumnos y algún que otro profesor. Ya que el coche estaba aparcado junto al mismo. Así que me tocó expicar a los que se asomaban que era el coche de su hija, que ella era sorda y que estábamos poniendo el parasol para que el coche no se recalentara.
..-Con Penélope no me pasó ninguna anécdota, pero sí que tuve una en uno de sus cumpleaños en los que estuve invitada. Lo celebró con una merendola en un bar de Residencial Paraíso, una urbanización en pleno centro de Zaragoza que se caracterizaba por sus múltiples escaleras y rampas en su zona interna. Tras la merendola, todos los chavales que estábamos invitados, nos pusimos a jugar al pilla-pilla y fue entonces cuando descubrí cómo la gente tenía tretas para pillarse unos a los otros. En algunas zonas se consideraba que uno estaba salvado, pues bien, había algunos, que se quedaban en ellas descansando, haciendo ver que estaban sin pillar, y para cuando llegabas cansado, te daban un poco de charla, para después preguntarte, cuando te alejabas a esconderte, si te habían pillado. Obviamente decías que no y entonces, se estiraban un poco y te cogían...

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